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Lucha por la libertad política en cárceles de Palestina y Colombia

Desde Movimiento BDS Colombia y Colombia Informa -03/05/2017-

 

El 17 de abril es el Día Internacional de las Luchas Campesinas en memoria de los 19 integrantes del Movimiento Sin Tierra masacrados en 1996 en El dorado dos Carjas al Norte de Brasil. En Palestina ese día, además, conmemoramos la lucha de los prisioneros y prisioneras desde 1974.

 

“La libertad y dignidad son derechos universales que deben ser vigentes atodos los pueblos del mundo. Los palestinos no somos una excepción”
Marwan Barghouti, preso palestino.

Fue en esta fecha que hace pocos días 1500 presos políticos palestinos iniciaron una huelga de hambre llamada “Libertad y Dignidad”. Con ella quieren, como método pacífico y legal, presionar por el mejoramiento de sus condiciones de detención y protestar contra la “detención administrativa”. Esta última exigencia resulta fundamental ya que a través de esa práctica el Estado de Israel ha detenido a miles de palestinas y palestinos, incluyendo niños, y los mantienen privados de la libertad durante años sin que haya ninguna acusación ni presentación de cargos formales ante un tribunal.

Pocos días después comenzó otra huelga de hambre de prisioneros pero a muchos kilómetros de distancia de Palestina. Esta vez por detenidos políticos en el Centro Penitenciario de la Picota en Bogotá, Colombia, quienes exigen también mínimos de dignidad en la detención y rechazan los altos niveles de hacinamiento, la reducción drástica en la ración de alimentos y la falta de atención médica.

Puede pensarse que se trata de hechos aislados, sin ningún tipo de relación. Sin embargo, podemos aprovechar la “casualidad” para evidenciar que en las historias de Palestina y Colombia existen varios elementos en común: la forma e instrumentos que se usan para ejercer la opresión, los mecanismos utilizados para el despojo y el aniquilamiento de pueblos enteros, así como en la permanente resistencia de sus pueblos ante esta situación.

Las cárceles son utilizadas de forma inhumana contra los movimientos sociales. En Palestina para garantizar la ocupación militar israelí y en Colombia para perpetuar el despojo y la desigualdad. Se han convertido para ambos Estados en una de las herramientas más usadas contra luchadoras y luchadores sociales. Por medio de ellas se busca silenciar y acabar los procesos de organización social de ambos países.

Cabe recordar cómo hace poco se arrestó a líderes y lideresas del Congreso de los Pueblos y en una de las audiencias la fiscalía argumentó que una de las personas debía ser juzgada por que organizaba marchas y hablaba de cambio social. Teniendo en cuenta que en Colombia tales acciones no son delito, la detención de esta persona no tiene fundamento.

Pero claro, este no es un fenómeno único de estos países. Las cárceles en el mundo no buscan la resocialización o reintegración de la personas detenidas -tal y como se pregona- sino que funcionan políticamente para anular al que no se alinea con lo establecido y se atreve a cuestionarlo. El encarcelamiento tiene la intención de eliminar parcial o totalmente la humanidad de la persona. Esto se logra mediante la imposición de condiciones de reclusión que deterioran físicamente y por ello no extraña el que no se ofrezca ningún tipo de mínimos de dignidad. La coincidencia de estas huelgas de hambre nos hace recordar que nuestras historias y realidades son compartidas: vivimos en sociedades que no respetan la libertad de protesta y crítica a lo establecido. Al final el Estado se impone ante el ser humano.

Las huelgas de hambre son ejercicios de resistencia y por ello es importante no sólo visibilizarlas sino también apoyarlas y acompañarlas de forma activa desde los distintos sectores sociales y populares. Los que se atreven a poner en riesgo su vida con estas protestas no lo hacen solo por su bienestar: están defendiendo el derecho que todas las personas debemos tener a la libertad de expresión, organización y protesta. La lucha de las prisioneras es entonces también la lucha por el ejercicio de nuestra libertad.



Una Respuesta a “Lucha por la libertad política en cárceles de Palestina y Colombia”

  1. Chileno Bogotá dice:

    Hola compañer@s un abrazo fraterno desde la distancia.

    Soy un fiel oyente de la radio placeres. Mientras trabajaba por los cerros de Valparaíso siempre escuché la Placeres y en mi casa con mi familia también lo hacía. Qué tiempos aquellos, cuanta nostalgia me da recordar a Pancho querido; sus cerros, su comida, su olor a mar su gente bella y, por supuesto, aquella radio que tanta buena compañía me dio.

    Hace varios años y producto en parte de los constantes problemas que tuve con la justicia burguesa partí a un auto-exilio que aún me mantiene por fuera del país. Actualmente vivo en Colombia (tierra hermosa de la cual no puedo salir ya que me encuentro en libertad condicional) y trabajo con las FARC desde hace algunos años (ahora con el acuerdo de paz se puede hablar abiertamente del tema). Estuve preso en la cárcel la Picota de Bogotá los años 2014, 2015, 2016 y salí en libertad (condicionada) este año. Al llegar a la cárcel de alta seguridad recibí orientaciones sobre integrarme al Movimiento Nacional Carcelario (M.N.C.) y, desde aquel movimiento, articular acciones con la población de presos comunes (que acá llaman presos sociales) en conjunto con los presos políticos. Participé directamente en la organización de varios paros, huelgas de hambre, acciones de difusión entre otras actividades. El paro del 2014 fue el primero que logró articular a la totalidad de los 16 patios en la cárcel de alta seguridad ERON Picota, lo cual fue un logro increíble; por primera vez se paraban en acción de desobediencia los presos políticos, los presos sociales, los presos pedidos en extradición por Estados Unidos e, incluso, los presos del paramilitarismo.

    Haber tenido la oportunidad de trabajar con el M.N.C. fue una experiencia sumamente enriquecedora y que en muchos momentos me exigió grandes esfuerzos al tiempo en que ponía en riesgo mi libertad y también mi integridad física. La cárcel es un lugar difícil y no le deseo cana a nadie en este mundo; debe ser abolida dicha institución perversa cuanto antes, pero este objetivo sólo podrá lograrse en la medida en que se logre la abolición de la propiedad privada y del dinero; o sea cuando ocurra una verdadera revolución social.

    Las cárceles son mecanismos de control social que nada tienen que ver con la «resocialización» u otras falacias sino cómo puede explicar cualquier defensor de la legalidad punitiva no-reparadora que alguien pase diez o más años presa y no aprenda a escribir, por lo demás será una reparación real para alguien que fue víctima de un delito que esa persona esté presa, en la mayoría de los casos no. La cárcel en realidad está diseñada para «castigar y vigilar» como dijera Michel Foucault, sobre todo si no participas en el juego del consumo institucionalizado o si ejerces un verdadero pensamiento crítico como es el caso de l@s camaradas de Congreso de los Pueblos recientemente detenid@s, el profesor Miguel Ángel Beltrán y otros falsos positivos de la justicia colombiana. En el caso de Chile es claro el ejemplo de Patricia Troncoso, la cineasta Elena Varela, así como cientos de mapuches criminalizad@s y tildad@s de «terroristas» tan sólo por defender sus derechos y su territorio.

    La realidad chilena no se encuentra muy distante de la realidad de Palestina o de Colombia, lamentablemente seguimos aún regidos por la Constitución que nos dejó la dictadura y sus nefastas consecuencias (como la ley antiterrorista por citar sólo un ejemplo). Mientras los políticos en Israel, Colombia, Chile y el mundo entero se llenan los bolsillos y viven con lujos mientras el pueblo esclavizado en Transmilenio/Transantiago donde viajan apretujados para recibir unas migajas a fin de mes que apenas asegura su supervivencia (el sueldo mínimo es equivalente a lo que cualquier político gasta en celular e internet).

    La pasada huelga de hambre referida en este artículo no sólo se llevó a cabo en la cárcel la Picota sino también en la mayoría de establecimientos de reclusión con prisioneros políticos. La importancia de esta huelga fue que logró visibilizar la situación de los PP.PP. quienes desde el 31 de diciembre debieron haber salido de prisión gracias al indulto y amnistía decretados por el presidente Santos en el marco de los acuerdo de paz entre su gobierno y las FARC-EP.

    Un fraterno saludo internacionalista y guevarista a tod@s por allá en la radio Placeres.

    Atentamente,

    Un chileno en Colombia.

    PS: Lo primero que hice al salir de la Picota fue tomarme una botella de vino tinto, comer pan con mantequilla y escuchar por internet radio Placeres.

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